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"... Luego, esta fase inicial fue sustituida por una indignación abrumadora, una furia atroz, candente, que le hizo pasarse enfurecido por la reducida habitación con los dientes apretados y el cuerpo casi contorsionado de rabia. Más de una vez había dado, frustrado, un puñetazo a la pared. En una ocasión, había sujetado un vaso del cuarto de baño con tanta fuerza que lo rompió y se cortó. Se había inclinado sobre el retrete y visto cómo la sangre goteaba en el agua de la taza mientras deseaba vaciarse hasta la última gota que tuviera en su interior. Pero el dolor que sentía la mano lastimada le recordó que seguía vivo y acabó conduciéndole a otra fase en que el temor y la rabia por fin se remitieron, como el viento después de una tormenta. Esta nueva fase le parecía fría, como el tacto del metal pulido una mañana de invierno.
En esta fase empezó a urdir planes..."

El Psicoanalista - John Katzenbach