sábado, 2 de marzo de 2013

El lunes empiezo.

Anoche mientras fumaba en la ventana de la cocina, mirando a Buenos Aires al borde de un colapso meteorológico repleto de rayos, pensaba en que con el brazo afuera de la ventana, con el pucho, mi panza tocando la heladera y con mis pies descalzos era muy probable de que me caiga un rayo y me parta en dos.
¿cómo se sentirá que te caiga un rayo? ¿ves todo blanco y después la negrura te cubre? ¿tenés calor? ¿frío? ¿sentirás el golpe de la cabeza chocando contra el suelo cuando el rayo te tire?
Después caí en cuenta de que hay millones de personas en mi misma situación de riesgo ante un rayo y que no soy tan especial como para que me caiga un rayo,
eso le pasa a la gente extraordinaria.

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